Una de la mañana, como tantas noches sigo despierta. No deseo dormir. Deseo descansar, pero no deseo dormir. El sueño termina siendo siempre un engaño, un vistazo de esa realidad que me está prohibida. A esta hora mi única compañía es la música en el reproductor y mi gato Lennon que hace un esfuerzo de ignorar el sonar de las teclas mientras se acurruca en la esquina opuesta de la cama.
Es verdad que me siento sola y a veces me pregunto si el también lo sentirá. De la misma forma que nos reconforta saber que todos están tan jodidos como nosotros, de la misma manera quisiera saber si el esta tan jodido como yo.
Poco a poco el sueño se empieza a hacer presente. Quizas otra noche, quizás otro recuerdo y mientras la velocidad disminuye. Apago.
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